Diario "La Tribuna" - Bell Ville, Cba. - Viernes 03 de diciembre de 2010
El economista Eduardo González Olguín destacó que las políticas del gobierno nacional son las que garantizan el buen momento de la economía Argentina
Invitado por la Corriente Nacional y Popular de nuestra ciudad, de reciente conformación, el viernes de la semana pasada disertó en Bell Ville el catedrático y economista cordobés Eduardo González Olguín, con la finalidad de referirse a la situación política y económica del país a partir de la aplicación de medidas destinadas a la reactivación ocurrida desde el 2003, en oposición a la parálisis del sistema productivo que derivó de la aplicación de la convertibilidad durante los años 90. En este marco, el referente del Partido Solidario, que a nivel nacional lidera el diputado Carlos Heller, dijo en Bell Ville que el modelo económico que rige desde 2003 privilegia la producción y el empleo aunque reconoció que hay inflación, pero la adjudicó a las presiones de las 300 empresas monopólicas formadoras de precios que todavía tienen una gran preponderancia en la vida del país.
Cabe señalar que para González Olguín, a tono con el título de su conferencia ("El buen momento de la Argentina, ¿viento de cola o políticas correctas?"), la recuperación y normalización de los principales índices económicos y sociales en nuestro país tras la debacle de la convertibilidad se debió a la implementación de distintas decisiones que comenzaron con la devaluación pero se potenciaron con el pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), "que significó la compra de libertad para aplicar las siguientes medidas macro económicas. De esta manera, (Néstor) Kirchner instala la producción y el trabajo en la agenda nacional frente a un esquema neoliberal extremadamente reduccionista según el cual solamente el mercado podía garantizar el proceso productivo. Nada de eso sucedió durante la aplicación del neoliberalismo y muy por el contrario, durante los 90 habíamos perdido competitividad. Fue a partir de la devaluación que Argentina trepa en sus niveles de exportación y logra una competitividad que no teníamos, reactivando todo el aparato productivo y reconstituyendo el mercado interno".
"El otro factor que explica el mejor momento de país está dado por la intervención activa del Banco Central en la política monetaria. Precisamente a partir del desendeudamiento con el Fondo Monetario comienza a darse una coordinación entre la política cambiaria y la política monetaria que permite frenar las aspiraciones especulativas de los sectores concentrados, que siguen siendo muy poderosos en nuestro país. De esta manera, el Central compra dólares para evitar que esta moneda inunde la plaza y torne inmanejable e imprevisible el esquema, y a la vez el gobierno avanza en su política de desendeudamiento ahora con el Club de París, logrando por primera vez en nuestra historia que el FMI no participe de las negociaciones con nuestros acreedores e inclusive logra avances en el desconocimiento de deuda, cosa que afecta a toda la estructura de poder".
"Ante estos avances era inevitable que los sectores que siempre se han creído dueños del país buscaran capitalizar el primer gran error del gobierno para pasar a la ofensiva, y ése error fue el planteo, en los términos en que se hizo, de la aplicación de mayores índices a las retenciones para las exportaciones agropecuarias en el 2008. En ése marco, el decreto 125 fue una torpeza que comienza con la idea de emblocar a todos los sectores del agro como si fuera uno solo y algunos artículos de ése decreto inclusive son provocativos, porque fijaban retenciones de hasta el 90 por ciento", sostuvo González Olguín.
Posteriormente, el catedrático dijo que "pensar que la situación económica favorable que hoy tiene Argentina es el resultado exclusivo de la situación internacional, por el alto precio de los bienes primarios, es hacer un análisis sesgado porque ésa visión omite decir que en el 2008 se produjo una grave crisis financiera internacional que podría haber influenciado negativamente en nuestro país, frente a lo cual en Argentina solamente se comprobó una disminución en su índice de crecimiento cuando en otros países, incluso pertenecientes al denominado Primer Mundo, se cerraban empresas y crecía el desempleo a niveles nunca vistos. No hace falta ser economista para darse cuenta que algo se debe haber hecho bien en el país para que, ante una crisis tan profunda, sigamos creciendo. Y esto se debe a que desde el 2003 se aplica un esquema de política macro económica que, sin llegar a denominarse un 'plan económico', garantiza la continuidad de algunos pilares que permiten estabilidad, previsibilidad y una mayor inclusión social".
"Algunos de ésos pilares están determinados por el mantenimiento del tipo de cambio con superávit de la balanza comercial y con superávit fiscal. Se trata de un esquema sencillo y muy bueno, porque en materia de política económica siempre es aconsejable la aplicación de esquemas sencillos ya que cuando hay mayor complicación es más difícil mantenerse en el tiempo. Además, hay otros países que, como Argentina, son proveedores de commodites agropecuarios que la están pasando mal, como son los casos de Ucrania y Bielorrusia. Es más, el principal proveedor exportador de productos industriales y agrícolas en el mundo, como es Estados Unidos, también la está pasando mal. Frente a estos ejemplos, Argentina presenta un buen esquema de política económica y por eso puede aprovechar esta coyuntura mundial", destacó González Olguín.
Posteriormente, el economista se refirió al debate sobre los índices de precios que da a conocer el Indec (Instituto nacional de Estadísticas y Censos) y que son severamente cuestionados por sectores de la oposición debido a que no guardan relación con los aumentos reales que se producen en los productos de la canasta familiar. Según el conferencista, las diferencias que se dan entre los índices emitidos mensualmente por el Indec y otras mediciones responden a diferencias metodológicas. En este contexto, rescató la actitud del gobierno nacional de requerir apoyo al FMI para efectuar correcciones en la medición de los índices de precios al consumidor, "lo que no implicará que el FMI intervenga en la política económica vigente", aclaró. "El índice del Indec está seriamente cuestionado porque mide una cantidad de bocas de expendio y productos que son muy pocos como para ser representativos. No todos los productos tienen el mismo comportamiento y no todos los bienes representan a la canasta básica familiar. De hecho, se han clasificado 5 quintines de la población argentina, desde el quintín más pobre hasta el más rico, en donde la canasta del quintín más pobre está compuesta en su totalidad por alimentos, mientras que el quintín más rico tiene pocos alimentos y más productos sofisticados".
"En este contexto, un leve aumento de precios en los alimentos afectan proporcionalmente más al quintín más pobre, porque allí la presión de demanda en los alimentos en mayor que la presión de demanda de alimentos en el quintín más rico. A partir de este fenómeno se está dando una discusión teórica para determinar cuál es el quintín más representativo para establecer el índice de precios al consumidor. Hay un criterio de inclinarse en la tercera canasta, porque está en medio de las dos más pobres y las dos más ricas, aunque también se advierte que para América Latina es más representativa la segunda canasta más pobre y de hecho es la que actualmente está midiendo el Indec. No obstante, todavía hace falta corregir algunas variables determinadas por mediciones efectuadas en ciertas bocas de expendio que no son representativas de lo niveles de precios que llegan al consumidor".
"Por ejemplo, el Indec toma como parámetro a los precios que fijan algunas cadenas de supermercados, pero desconoce los precios de los pequeños almacenes y despensas en los barrios, que suelen tener precios más altos y son adonde más van muchos consumidores porque están en su barrio. En definitiva, hay un retraso metodológico en materia de medición de precios y también hay una equivocación del gobierno en la creencia de subestimación de la inflación pensando que de ésa forma logra parar las expectativas inflacionarias", consideró González Olguín.
Por último, González Olguín atribuyó los aumentos de precios a las presiones que siguen ejerciendo los sectores concentrados de la economía nacional. "En nuestro país hay una base inflacionaria estructural, determinada por la alta concentración y centralización de la economía. Esto es un fenómeno muy latinoamericano, que responde a la presencia de pocos productores y oferentes en las distintas ramas de la economía, a la vez que hay pocos dueños de los bienes de producción. Esto quiere decir que cada vez menos personas son dueñas de todo y por ello los precios en el mercado no responden a la ley de la oferta y la demanda, sino al criterio de cada uno de estos actores. Para entender este fenómeno se debe aplicar la teoría de los juegos según la cual los distintos actores de una economía ven lo que están haciendo los otros y se van anticipando. En ése contexto se va generando una inflación estructural que no responde a la realidad del mercado".
"Estos actores en Argentina son unos 300 grupos económicos que son formadores de precios. Por ejemplo, en materia de aceros hay dos empresas que manejan todo el mercado local, mientras que en lechería hay dos empresas que manejan el 80 por ciento del mercado. Son estos formadores de precios los responsables de la inflación y obviamente cuando estos grupos mueven los precios, el resto del empresariado se ve obligado a mover los demás precios. Para combatir la inflación que generan estos formadores hay que ampliar la oferta y distribuir la riqueza, que es algo que a estos sectores enerva", señaló el economista.
Cabe señalar que para González Olguín, a tono con el título de su conferencia ("El buen momento de la Argentina, ¿viento de cola o políticas correctas?"), la recuperación y normalización de los principales índices económicos y sociales en nuestro país tras la debacle de la convertibilidad se debió a la implementación de distintas decisiones que comenzaron con la devaluación pero se potenciaron con el pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), "que significó la compra de libertad para aplicar las siguientes medidas macro económicas. De esta manera, (Néstor) Kirchner instala la producción y el trabajo en la agenda nacional frente a un esquema neoliberal extremadamente reduccionista según el cual solamente el mercado podía garantizar el proceso productivo. Nada de eso sucedió durante la aplicación del neoliberalismo y muy por el contrario, durante los 90 habíamos perdido competitividad. Fue a partir de la devaluación que Argentina trepa en sus niveles de exportación y logra una competitividad que no teníamos, reactivando todo el aparato productivo y reconstituyendo el mercado interno".
"El otro factor que explica el mejor momento de país está dado por la intervención activa del Banco Central en la política monetaria. Precisamente a partir del desendeudamiento con el Fondo Monetario comienza a darse una coordinación entre la política cambiaria y la política monetaria que permite frenar las aspiraciones especulativas de los sectores concentrados, que siguen siendo muy poderosos en nuestro país. De esta manera, el Central compra dólares para evitar que esta moneda inunde la plaza y torne inmanejable e imprevisible el esquema, y a la vez el gobierno avanza en su política de desendeudamiento ahora con el Club de París, logrando por primera vez en nuestra historia que el FMI no participe de las negociaciones con nuestros acreedores e inclusive logra avances en el desconocimiento de deuda, cosa que afecta a toda la estructura de poder".
"Ante estos avances era inevitable que los sectores que siempre se han creído dueños del país buscaran capitalizar el primer gran error del gobierno para pasar a la ofensiva, y ése error fue el planteo, en los términos en que se hizo, de la aplicación de mayores índices a las retenciones para las exportaciones agropecuarias en el 2008. En ése marco, el decreto 125 fue una torpeza que comienza con la idea de emblocar a todos los sectores del agro como si fuera uno solo y algunos artículos de ése decreto inclusive son provocativos, porque fijaban retenciones de hasta el 90 por ciento", sostuvo González Olguín.
Posteriormente, el catedrático dijo que "pensar que la situación económica favorable que hoy tiene Argentina es el resultado exclusivo de la situación internacional, por el alto precio de los bienes primarios, es hacer un análisis sesgado porque ésa visión omite decir que en el 2008 se produjo una grave crisis financiera internacional que podría haber influenciado negativamente en nuestro país, frente a lo cual en Argentina solamente se comprobó una disminución en su índice de crecimiento cuando en otros países, incluso pertenecientes al denominado Primer Mundo, se cerraban empresas y crecía el desempleo a niveles nunca vistos. No hace falta ser economista para darse cuenta que algo se debe haber hecho bien en el país para que, ante una crisis tan profunda, sigamos creciendo. Y esto se debe a que desde el 2003 se aplica un esquema de política macro económica que, sin llegar a denominarse un 'plan económico', garantiza la continuidad de algunos pilares que permiten estabilidad, previsibilidad y una mayor inclusión social".
"Algunos de ésos pilares están determinados por el mantenimiento del tipo de cambio con superávit de la balanza comercial y con superávit fiscal. Se trata de un esquema sencillo y muy bueno, porque en materia de política económica siempre es aconsejable la aplicación de esquemas sencillos ya que cuando hay mayor complicación es más difícil mantenerse en el tiempo. Además, hay otros países que, como Argentina, son proveedores de commodites agropecuarios que la están pasando mal, como son los casos de Ucrania y Bielorrusia. Es más, el principal proveedor exportador de productos industriales y agrícolas en el mundo, como es Estados Unidos, también la está pasando mal. Frente a estos ejemplos, Argentina presenta un buen esquema de política económica y por eso puede aprovechar esta coyuntura mundial", destacó González Olguín.
Posteriormente, el economista se refirió al debate sobre los índices de precios que da a conocer el Indec (Instituto nacional de Estadísticas y Censos) y que son severamente cuestionados por sectores de la oposición debido a que no guardan relación con los aumentos reales que se producen en los productos de la canasta familiar. Según el conferencista, las diferencias que se dan entre los índices emitidos mensualmente por el Indec y otras mediciones responden a diferencias metodológicas. En este contexto, rescató la actitud del gobierno nacional de requerir apoyo al FMI para efectuar correcciones en la medición de los índices de precios al consumidor, "lo que no implicará que el FMI intervenga en la política económica vigente", aclaró. "El índice del Indec está seriamente cuestionado porque mide una cantidad de bocas de expendio y productos que son muy pocos como para ser representativos. No todos los productos tienen el mismo comportamiento y no todos los bienes representan a la canasta básica familiar. De hecho, se han clasificado 5 quintines de la población argentina, desde el quintín más pobre hasta el más rico, en donde la canasta del quintín más pobre está compuesta en su totalidad por alimentos, mientras que el quintín más rico tiene pocos alimentos y más productos sofisticados".
"En este contexto, un leve aumento de precios en los alimentos afectan proporcionalmente más al quintín más pobre, porque allí la presión de demanda en los alimentos en mayor que la presión de demanda de alimentos en el quintín más rico. A partir de este fenómeno se está dando una discusión teórica para determinar cuál es el quintín más representativo para establecer el índice de precios al consumidor. Hay un criterio de inclinarse en la tercera canasta, porque está en medio de las dos más pobres y las dos más ricas, aunque también se advierte que para América Latina es más representativa la segunda canasta más pobre y de hecho es la que actualmente está midiendo el Indec. No obstante, todavía hace falta corregir algunas variables determinadas por mediciones efectuadas en ciertas bocas de expendio que no son representativas de lo niveles de precios que llegan al consumidor".
"Por ejemplo, el Indec toma como parámetro a los precios que fijan algunas cadenas de supermercados, pero desconoce los precios de los pequeños almacenes y despensas en los barrios, que suelen tener precios más altos y son adonde más van muchos consumidores porque están en su barrio. En definitiva, hay un retraso metodológico en materia de medición de precios y también hay una equivocación del gobierno en la creencia de subestimación de la inflación pensando que de ésa forma logra parar las expectativas inflacionarias", consideró González Olguín.
Por último, González Olguín atribuyó los aumentos de precios a las presiones que siguen ejerciendo los sectores concentrados de la economía nacional. "En nuestro país hay una base inflacionaria estructural, determinada por la alta concentración y centralización de la economía. Esto es un fenómeno muy latinoamericano, que responde a la presencia de pocos productores y oferentes en las distintas ramas de la economía, a la vez que hay pocos dueños de los bienes de producción. Esto quiere decir que cada vez menos personas son dueñas de todo y por ello los precios en el mercado no responden a la ley de la oferta y la demanda, sino al criterio de cada uno de estos actores. Para entender este fenómeno se debe aplicar la teoría de los juegos según la cual los distintos actores de una economía ven lo que están haciendo los otros y se van anticipando. En ése contexto se va generando una inflación estructural que no responde a la realidad del mercado".
"Estos actores en Argentina son unos 300 grupos económicos que son formadores de precios. Por ejemplo, en materia de aceros hay dos empresas que manejan todo el mercado local, mientras que en lechería hay dos empresas que manejan el 80 por ciento del mercado. Son estos formadores de precios los responsables de la inflación y obviamente cuando estos grupos mueven los precios, el resto del empresariado se ve obligado a mover los demás precios. Para combatir la inflación que generan estos formadores hay que ampliar la oferta y distribuir la riqueza, que es algo que a estos sectores enerva", señaló el economista.