miércoles, 10 de noviembre de 2010

La Política..., por J R Del Rosso

La Política no es la fuente de nuestros conflictos, es más bien nuestra gran posibilidad de encausarlos en pos de la construcción de un destino compartido.

Por J. R. Del Rosso (desde Cosquín)


Pretendo comenzar esta conversación con ustedes haciendo foco en una palabra “Política”, y también en los significados que como comunidad le damos.Significados que en la mayoría de las ocasiones la convierte en fuente de los conflictos y oculta las posibilidades de su praxis.

¿De dónde proviene este término?

La Política es una palabra que tiene su raíz en un vocablo griego Polis, la ciudad, el lugar en el que se convive, se vive con otros, con quienes, por ende, conformamos la Polités, es decir el cuerpo político de la ciudad, que para nosotros sería la ciudadanía.

Algunos historiadores han formulado la hipótesis que en la Grecia arcaica, unos ochocientos años antes de Cristo, los griegos vivían en pequeñas comunidades auto-sustentadas a las que denominaban oikos, cuya simple organización económica y social se regía por sistemas de reglas de economía domésticas a las que denominaron, oikos-nomos, de donde devendría nuestro actual vocablo economía. Sin embargo el desarrollo y crecimiento de los oikos condujo a estas familias extensas a tener que conjugar sus esfuerzos para realizar las grandes obras públicas, principalmente murallas defensivas, canales de riego y otros edificios públicos, como mercados y espacios religiosos.

¿Desde cuándo somos seres políticos?

Es fácil entender, entonces, cuándo en una comunidad surge la necesidad de este artefacto al que llamamos “Política”.

Para los antiguos fue necesario encontrar una forma no polémica (guerrera) de conjugar los esfuerzos comunitarios y los intereses particulares de los oikos, esta novedosa necesidad de cooperar en la construcción de lo público, de lo común, de aquello que resulta imposible para los oikos individualmente considerados, pero que se hace alcanzable mediante la cooperación, se convertirá al mismo tiempo en un novedoso objeto de disputa al momento de distribuir los beneficios. Ahí, y no en otro lugar, se encuentra la raíz de los conflictos comunitarios, a lo que debemos agregar nuestras diferencias individuales, familiares y comunitarias.

Primero los griegos, luego nosotros, sus herederos, apelamos a la política para evitar el conflicto, aunque lamentablemente la historia humana está plagada de ejemplos en los que el fracaso de la política deriva en el pólemos, en la guerra, en la vía violenta para resolver las diferencias.

¿Por qué en la actualidad lo vivimos más como fuente de conflicto que como posibilidad?

Desde el principio esta construcción cultural nos ha sido presentada como problemática, aprovechando una mirada poco atenta, se nos ha propuesto que la política es la fuente de los conflictos, de las diferencias y de las confrontaciones, así, es común escuchar a los padres, a los docentes, a los trabajadores decir “no te metas en política” “la política corrompe a los hombres y mujeres”. A los dirigentes se los escucha en televisión con expresiones tales como “estas declaraciones tienen una clara intencionalidad política” afirmaciones peyorativas que refuerzan –principalmente en los jóvenes- la idea de que la política es corruptora de la sociedad civil, aquella que en las democracias liberales eran el ámbito “natural” de losciudadanos buenos, pacíficos, no conflictivos, que no se entrometían en los asuntos públicos, que delegaban las decisiones en los mandatarios, que evitaban el conflicto, y la confrontación de ideas, en fin,que abandonaban su capacidad de conflicto, para desenvolverse en los estrechos límites de la vida privada.

¿Ha habido una deliberada intención de que se instale esta percepción de la política en la ciudadanía?

Es claro que ha habido una intencionalidad de confundir a la comunidad, y tiene sus antecedentes en las concepciones republicanas pero no democráticas de nuestros pro-hombres del siglo XIX, que excluyó a la mayoría de la población de la participación,y más recientemente en las dictaduras y autoritarismos y en ciertos comportamientos semidemocráticos de algunos dirigentes partidarios, que con sus prácticas contribuyen a esta confusión.

La política no es la causa de nuestras diferencias y conflictos, por el contrario, es la construcción cultural e histórica más idónea para intentar resolverlos por vía pacífica, que permite que uno de nuestros principales atributos, el lenguaje, nos conduzca -por medio del “Diá-logos” comunicativo (o intercambio de significados),evitando el “Pólemos” (la guerra que silencia la palabra)- a un territorio en el que nuestras diferencias puedan ser negociadas, en el que nuestras posibilidades de darle significados al mundo sea respetada, es decir por medio del reconocimiento de que el otro está provisto, igual que yo, de una idea del mundo, de una idea de lo bueno y lo malo, de lo posible y lo imposible, del futuro y del pasado (Historia),

¿Por qué es nuestra gran posibilidad?

La política es efectivamente nuestra única posibilidad de que conviva la unidad en la diversidad. En este punto me gustaría remarcar una diferencia fundamental, no es lo mismo ser un dirigente partidario que ser un actor político. Lamentablemente los primeros cargan sobre sus espaldas con la responsabilidad de haber reducidoel espíritu público, a una lucha de intereses inconfesables -como afirma el sociólogo español Salvador Giner-que cristalizan en tres afirmaciones que se han convertido en un“sentido común” de la ciudadanía. EN POLÍTICA QUIÉN NO MANDA OBEDECE, EL ARTE DE MANDAR ES EL ARTE DE MANIPULAR, y que LA NATURALEZA DEL PUEBLO ES SER MASA.

Ahora bien, no queremos cargar en el débito de los Partidos Políticos todas las responsabilidades, sino en algunos de sus principales dirigentes, puesto que al fin y al cabo, los partidos siguen siendo-en las democracias representativas modernas- la mejor forma que hemos encontrado de institucionalizar la política.

¿Bueno, entonces, qué es la política en la actualidad?

Desde nuestra perspectiva la política es la posibilidad cierta de que la vida social sea democrática, participativa, pluralista y respetuosa de las diferencias, no porque elimina el conflicto, sino porque lo encausa y permite la construcción política, es decir la construcción de valores compartidos, que dejen a resguardo el derecho a pensar y vivir distinto, siempre que se haga en el marco del respeto de estos valores compartidos.

La vida comunitaria nos expone cotidianamente ante la diversidad y riqueza de la que formamos parte, no hay una sola forma de creer en Dios, ni siquiera hay una sola forma de ser ateo, no hay una sola forma de entender el pasado, sino que hay muchas, no hay una sola forma de proyectar el futuro. Justamente la política es la mejor posibilidad de encontrarnos en la Polis para construir nuestros valores compartidos, identificar y respetar los valores controvertidos y rechazar aquellos contravalores que atenten contra nuestras posibilidades de construir un destino compartido.

Finalmente nos queda abierta una pregunta para el próximo encuentro.

¿En qué valores se funda la convivencia de la unidad en la diversidad?

Autor J.R. Del Rosso