Comunicado
El PARTIDO SOLIDARIO DISTRITO CORDOBA marcha hoy para QUE LA JUSTICIA LLEGUE LO ANTES POSIBLE A TODOS AQUELLOS QUE TODAVIA SIGUEN EN LA IMPUNIDAD, tanto para los ejecutores como a sus “colaboradores”.
En el DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA decimos nuevamente: NUNCA MÁS desaparecidos, NUNCA MÁS censura, NUNCA MÁS tortura, NUNCA MÁS represión ilegal, NUNCA MÁS desindustrialización, NUNCA MÁS plata dulce, NUNCA MAS.
Porque NO OLVIDAMOS, hoy el Partido Solidario Distrito Córdoba se concentra en Colón y Cañada a las 18:00 hs. para marchar junto al pueblo, sosteniendo el reclamo Y EXIGIENDO a “La Justicia” por el necesario juicio y castigo para todos los que aún continúan impunes.
En el DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA decimos nuevamente: NUNCA MÁS desaparecidos, NUNCA MÁS censura, NUNCA MÁS tortura, NUNCA MÁS represión ilegal, NUNCA MÁS desindustrialización, NUNCA MÁS plata dulce, NUNCA MAS.
Porque NO OLVIDAMOS, hoy el Partido Solidario Distrito Córdoba se concentra en Colón y Cañada a las 18:00 hs. para marchar junto al pueblo, sosteniendo el reclamo Y EXIGIENDO a “La Justicia” por el necesario juicio y castigo para todos los que aún continúan impunes.
Partido Solidario Distrito Córdoba
24 de marzo de 2010
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Olvido y memoria
Por Miguel Pavlovsky
Desde el golpe de estado de 1976, hemos experimentado en los campos de lo objetivo y de lo subjetivo, un proceso de construcción y deconstrucción tanto del olvido como de la memoria. Esto dado no por un efecto natural ó evolucionista, todo lo contrario, por el ejercicio en la práctica de los hechos o en la imposición repetitiva de los discursos.
La distancia entre lo pensado y lo dicho, marca el grado de libertad para la expresión, por sobre el soporte o mediatizaciones existentes.
Los discursos que refuerzan la idea de “lo pasado pisado” y del olvidar el pasado “dando vuelta la página”, conllevan la intencionalidad de justificar el indulto, el perdón.
Frente a la ruptura del orden constitucional y la instauración del terrorismo de estado la deconstrucción de la memoria aparece como mecanismo ideal para asegurar la vigencia de un discurso hegemónico.
Es allí donde esa estrategia contempló todas las metodologías: la censura directa, la inducción a la autocensura, el cambio de nombre de escuelas, hospitales o calles, el cierre de unidades académicas. No se dudó en la destrucción de los registros escritos, sonoros o audiovisuales, ni de los símbolos o monumentos. Y cuando todo eso no era suficiente para borrar la presencia de “lo prohibido” o “lo perseguido”, unos cuantos omnipotentes no dudaron en eliminar físicamente a aquellos que en su persona albergaban lo que ellos realmente temían: la diferencia, la antítesis de su prepotencia sin límites. La dictadura así se imponía.
En Democracia las chances de la memoria son mejores, pero se debe nutrir en cada espacio y momento. Hoy las palabras “olvido” o “memoria” tienen otras significaciones, o quizás resignificadas seguramente por el entrecruzamiento de los debates ciudadanos, las interpretaciones de los intelectuales, las intervenciones de los medios de comunicación ó las prácticas de docentes y alumnos en escuelas, colegios o universidades.
Pero la esencia de estos conceptos no debe cambiar, su eterna relación sirve para el aprendizaje no solo individual sino colectivo. En el prólogo del libro Nunca Más, Ernesto Sábato lo expuso muy claramente: “Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana.”
La distancia entre lo pensado y lo dicho, marca el grado de libertad para la expresión, por sobre el soporte o mediatizaciones existentes.
Los discursos que refuerzan la idea de “lo pasado pisado” y del olvidar el pasado “dando vuelta la página”, conllevan la intencionalidad de justificar el indulto, el perdón.
Frente a la ruptura del orden constitucional y la instauración del terrorismo de estado la deconstrucción de la memoria aparece como mecanismo ideal para asegurar la vigencia de un discurso hegemónico.
Es allí donde esa estrategia contempló todas las metodologías: la censura directa, la inducción a la autocensura, el cambio de nombre de escuelas, hospitales o calles, el cierre de unidades académicas. No se dudó en la destrucción de los registros escritos, sonoros o audiovisuales, ni de los símbolos o monumentos. Y cuando todo eso no era suficiente para borrar la presencia de “lo prohibido” o “lo perseguido”, unos cuantos omnipotentes no dudaron en eliminar físicamente a aquellos que en su persona albergaban lo que ellos realmente temían: la diferencia, la antítesis de su prepotencia sin límites. La dictadura así se imponía.
En Democracia las chances de la memoria son mejores, pero se debe nutrir en cada espacio y momento. Hoy las palabras “olvido” o “memoria” tienen otras significaciones, o quizás resignificadas seguramente por el entrecruzamiento de los debates ciudadanos, las interpretaciones de los intelectuales, las intervenciones de los medios de comunicación ó las prácticas de docentes y alumnos en escuelas, colegios o universidades.
Pero la esencia de estos conceptos no debe cambiar, su eterna relación sirve para el aprendizaje no solo individual sino colectivo. En el prólogo del libro Nunca Más, Ernesto Sábato lo expuso muy claramente: “Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana.”
