PAGINA/12
Sábado, 31 de octubre de 2009
El combate contra la pobreza
Por Carlos Heller
Estamos de acuerdo con la medida de la asignación por hijo tomada por el Gobierno. Nosotros venimos insistiendo en que hay que avanzar por el camino de eliminar la pobreza y coincidimos con la Presidenta en que esta asignación no resuelve el problema, pero que es un paliativo importante para los sectores más vulnerables de nuestro país. Un tema de fondo, como dijo la Presidenta, es crear más trabajo calificado y superar la precarización laboral heredada del neoliberalismo.
Con esta medida el Gobierno toma una buena iniciativa sobre la problemática que compartimos y recupera, en forma justa, una bandera que muchos sectores de la vieja y nueva derecha pretenden cínicamente apropiarse: la del combate contra la pobreza. Muchos de los que le reclaman al Gobierno que elimine la pobreza soslayan la problemática estructural y, de forma ambigua, sólo avisoran soluciones focales a cargo del erario y tampoco especifican de dónde deberán salir los recursos.
Quiero insistir en que la discusión debe poner el acento en la indignante concentración de la riqueza, que podríamos definir como una verdadera fábrica de pobres. En el primer semestre de 2009, el punto más fuerte de la crisis, las empresas que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires distribuyeron dividendos de nivel similar a los repartidos en igual período de 2007, año de bonanza. Los dividendos de empresas extranjeras enviados al exterior no dejan de crecer. Los envíos más importantes se produjeron en el cuarto trimestre de 2008 (U$S 1423 millones) y en el segundo de 2009 (U$S 1029 millones).
Por eso, la única forma de erradicar la pobreza, porque ello es lo que nos debe preocupar, es mejorando significativamente la distribución del ingreso. Para erradicar la pobreza, hay que reducir la injusta concentración de la riqueza, con impuestos que graven con mayor eficiencia e intensidad las grandes ganancias.
La más importante distribución del ingreso es la que surge entre la porción del valor agregado que se dedica a salarios respecto de la que se dedica a ganancias. Sin una transformación profunda en el modelo de distribución de la renta, reducir significativamente la pobreza será imposible y mucho menos eliminarla. Y digo eliminarla porque, como digo siempre, para mí el único índice de pobreza tolerable es cero.
Con esta medida el Gobierno toma una buena iniciativa sobre la problemática que compartimos y recupera, en forma justa, una bandera que muchos sectores de la vieja y nueva derecha pretenden cínicamente apropiarse: la del combate contra la pobreza. Muchos de los que le reclaman al Gobierno que elimine la pobreza soslayan la problemática estructural y, de forma ambigua, sólo avisoran soluciones focales a cargo del erario y tampoco especifican de dónde deberán salir los recursos.
Quiero insistir en que la discusión debe poner el acento en la indignante concentración de la riqueza, que podríamos definir como una verdadera fábrica de pobres. En el primer semestre de 2009, el punto más fuerte de la crisis, las empresas que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires distribuyeron dividendos de nivel similar a los repartidos en igual período de 2007, año de bonanza. Los dividendos de empresas extranjeras enviados al exterior no dejan de crecer. Los envíos más importantes se produjeron en el cuarto trimestre de 2008 (U$S 1423 millones) y en el segundo de 2009 (U$S 1029 millones).
Por eso, la única forma de erradicar la pobreza, porque ello es lo que nos debe preocupar, es mejorando significativamente la distribución del ingreso. Para erradicar la pobreza, hay que reducir la injusta concentración de la riqueza, con impuestos que graven con mayor eficiencia e intensidad las grandes ganancias.
La más importante distribución del ingreso es la que surge entre la porción del valor agregado que se dedica a salarios respecto de la que se dedica a ganancias. Sin una transformación profunda en el modelo de distribución de la renta, reducir significativamente la pobreza será imposible y mucho menos eliminarla. Y digo eliminarla porque, como digo siempre, para mí el único índice de pobreza tolerable es cero.