sábado, 27 de febrero de 2010

LAS MALVINAS Y EL NUEVO TIEMPO







LAS MALVINAS Y EL NUEVO TIEMPO


El apoyo unánime al reclamo por las Malvinas es un logro de la política exterior argentina y el signo de los nuevos tiempos que vive la región.

La declaración de las 32 naciones que participaron en la Cumbre de la Unidad de América latina y el Caribe, respaldando la posición de nuestro país frente a la prepotencia imperial británica para explotar los recursos petrolíferos en el norte del archipiélago, demuestra el acierto de una estrategia destinada a fortalecer la integración regional y priorizar los legítimos intereses de los pueblos latinoamericanos.

Estas expresiones de solidaridad que valoramos profundamente, trascienden el hecho puntual provocado por la ingerencia del Reino Unido en territorio argentino. Es una medida coherente con el anhelo emancipador que, con diversidad de matices, marca un nuevo momento en esta parte del mundo. Prueba de ello es el compromiso asumido en esa Cumbre, para constituir una Comunidad de Estados Latinoamericanos.

Así, junto con el rechazo a la pretensión de Gran Bretaña para apropiarse de la riqueza petrolífera oculta en nuestra plataforma submarina, los pronunciamientos escuchados en Cancún - especialmente por parte del presidente del Brasil, con fuertes críticas a la ONU y su Consejo de Seguridad -, reflejan la potencialidad del proceso integrador hacia un cambio favorable en la relación de fuerzas.

Tal como lo señala el PSOL en sus fundamentos programáticos, este es el camino que debemos transitar para la defensa de nuestros recursos materiales y culturales, y también para garantizar que al interior de la República Argentina se profundice la construcción de un modelo con más democracia y justicia social.

En estos días de fuertes tensiones en el escenario político argentino, es oportuno destacar el logro diplomático obtenido en la Cumbre de México, ante la arremetida de los grupos empresarios, partidarios y mediáticos que se articulan en un intento de restauración conservadora y añoran la época de las relaciones carnales.

La conclusión es clara y contundente: nuestro país debe persistir en la línea de la unidad con los pueblos hermanos del continente y, en el ámbito interno, debemos multiplicar los esfuerzos para lograr la cohesión del campo popular, en función de un proyecto nacional que garantice crecimiento económico con distribución equitativa de la riqueza.

Partido Solidario

Mesa Ejecutiva

Buenos Aires, 24 de febrero de 2010